La diferencia entre reaccionar y responder

Las relaciones que tenemos diariamente reflejan la forma en que nos damos a conocer como líderes. Más veces de las que nos gustaría reconocer, respondemos en automático a estas interacciones. Es importante conocer la diferencia entre una reacción y una respuesta. La primera es inconsciente, la segunda es consciente y llena de sentido.

Las reacciones automáticas van desde los pensamientos “¡Qué tonto soy!” hasta las acciones “Bueno, hagámoslo como tú dices” y se derivan de nuestra propia interpretación de la realidad, no de la realidad misma.

Tus reacciones pueden comunicar un mensaje equivocado. Para lograr convertirlas en respuestas conscientes, es necesario conocer los errores o distorsiones cognitivas más comunes, pues los pensamientos determinan nuestras emociones y en consecuencia, nuestra conducta. Algunas de esas distorsiones son:

Personalización. Ejemplo: Contribuyes con una idea durante una reunión de trabajo, nadie te contesta y piensas: “me ignoran porque no me consideran capaz” cuando posiblemente la conversación era tan intensa que no te escucharon.

Pensamiento dicotómico. Ejemplo: No consideran una idea que considerabas importante en tu proyecto y consideras que tu proyecto es malo. Asumes que sólo existen dos categorías “las cosas o son blancas, o son negras” esto ocurre por facilidad de representación.

Inferencia arbitraria. Ejemplo: hacer un juicio sin tener evidencias objetivas “si no trabajas horas extra, no tendrás éxito”. Estos pensamientos se convierten en creencias que subyacen en nuestros juicios posteriores y se quedan ahí sin darnos cuenta. Otro ejemplo: la creencia de que una misma solución resolverá problemas diferentes. “Aquí siempre se han hecho las cosas de esta manera”

Abstracción selectiva. Ejemplo: Revisas el curriculum vitae de alguien y tus sentidos captan solo la escuela donde estudió y porque tienes un prejuicio negativo acerca de ella, dejas de lado toda la experiencia valiosa que se apega a lo que necesitas.

Razonamiento emocional. Ejemplo: en una junta te dejas influir fácilmente acerca de una decisión que intuyes que no va a funcionar pero no defiendes tu punto y acomodas explicaciones a por qué sí va a funcionar sintiendo “algo que no te late”, porque tienes miedo a romper la armonía como si la diferencia de opinión fuera mala.

Generalización. Ejemplos: “siempre llegas tarde”, “los ingenieros son buenos para…”, los artistas son…”, “nunca me escuchas”.

Las creencias fundamentales, los valores y las emociones son fuente del comportamiento y de manera envolvente se van confirmando si no las cuestionamos. Tal vez nos falta hacer una pausa y revisar por qué hacemos lo que hacemos, distinguir lo diferente que resulta responder conscientemente a una situación, en vez de solo reaccionar. Tus reacciones automáticas, ¿tienen alguna dosis de las distorsiones mencionadas?